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Ateneo de Montevideo

Una Institución con historia, que existe desde el 5 de Septiembre de 1868

 

                    
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Los fundadores del Ateneo de Montevideo

1 Acevedo Díaz, Eduardo
2 Artagaveytía, Adolfo
3 Berguiduague, Martín
4 Berra, Francisco
5 Blanco, Juan Carlos
6 Bustamante, Pedro
7 De María, Dermidio
8 De María, Pablo
9 Denis, Claudio
10 Desteffanis, Luis Daniel
11 Ellauri, Plácido
12 Filippone, Florentino
13 Giralt, Pablo
14 Grané, Ovidio
15 Gradín, Carlos
16 Granada, Daniel
17 Herrera y Obes, Julio
18 Magariños Cervantes, Alejandro
19 Lafinur, Luis Melián
20 Muñoz, Daniel
21 Narvaja, Tristán
22 Pedralbes, Adolfo
23 Pedralbes, Ignacio
24 Pena,Carlos María
25 Pérez, Gregorio
26 Ramírez, Carlos María
27 Ramírez, Gonzalo
28 Requena, Joaquín
29 Rodríguez Larreta, Aureliano
30 Tavolara, José Antonio
31 Terra, Duvimioso
32 Varela, José Pedro
33 Vidal y Colón, Guillermo

HERRERA y OBES, Julio

(Montevideo, 1841 - 1912).

Presidente de la República, Ministro de Estado, licenciado en jurisprudencia y periodista político. Su educación básica la realiza entre Montevideo y Paysandú. Ingresa en la Universidad en 1864 y para el año siguiente es nombrado secretario de la Comisión Municipal de Salubridad. Posteriormente participa en la Guerra con Paraguay y viaja a la Corte de Río de Janeiro, para tratar con el mismo emperador del Brasil (1866). A su regreso a Montevideo, reinicia sus estudios de derecho, colabora con J. A. Tavolara en la "Revista Literaria" y se une a las filas del Club Universitario (en el que también se halla Tavolara). Para el año 68 ya era licenciado en jurisprudencia y un periodista reconocido. Como miembro de la redacción de El Siglo (diario al que algunos miembros del Club Universitario estaban muy vinculados) dirige un duro ataque a la oposición política. Estuvo, como muchos de sus compañeros del Club y del Ateneo del Uruguay, entre los deportados políticos que marcharon rumbo a Cuba en la tristemente famosa barca "Puig" (1875). Liberado en Charleston, E.U.A., regresa con sus compañeros de viaje a Buenos Aires, donde se preparaba la Revolución Tricolor, que finalmente fracasa. Vuelve a su ciudad natal en 1880, luego de que Latorre dejara el poder. Envuelto en intensas campañas periodísticas de corte político, se encuentra en cierto punto polemizando con Eduardo Acevedo Díaz, otro de los principales socios fundadores del Club Universitario. Después de la renuncia de Máximo Santos, el nuevo presidente, Máximo Tajes le confiere el Ministerio de Gobierno, al que Carlos María Ramírez había renunciado (1886). Unos años más tarde, es elegido presidente de la República por el período 1890-94. Senador por Soriano desde el 96, fue el único que votó en la Asamblea General en contra de la paz de 1897, argumentando que no era una paz sino una tregua. Tras la llegada de Cuestas a la presidencia, emigra del país para volver al final de su período. Desde entonces se dedica exclusivamente a la política partidaria.

Una filosofía ecléctica, y sin duda muy meditada, la misma que se aprendía en la Universidad, en el documento que citamos en parte. Espiritualismo, racionalismo y liberalismo, corrientes científicas y políticas se entremezclan profundamente, en la visión del escritor. Pero, les es inevitable sentirse "aristócratas del espíritu", conscientes que representan en la sociedad un grupo especial, "llamado" (puede interpretarse como "predeterminado") a dirigir el futuro del país. La religión racionalista de los universitarios de fines del siglo XIX, y su confianza en el triunfo de lo bueno y lo bello, la ética y la estética, caracterizan las ideas de pensadores como Julio Herrera y Obes.

"En el siglo que vivimos y en la sociedad donde se producen nuestras revoluciones, el "Club Universitario" tiene un significación tan elevada como noble, porque además de constituir un rango honorable en el seno de nuestro país, aproxima los hombres unos a otros, uniéndolos por lazos indestructibles, personificando en ellos la gloria del espíritu y propagando por el ejemplo de sus trabajos, como por la ambición de su celebridad las más generosas emulaciones de la inteligencia (...) Uno de los roles más notables que le está reservado a esta Asociación fundado en el brillo de la fortuna o título de familia a que hoy se inclina con generalidad la sociedad oriental, para sustituirla por la aristocracia del espíritu, la única que puede ser posible y aceptada, inevitable, porque está en la naturaleza, irresistible, por su alma es la inteligencia siempre dueña de la última victoria, benéfica, porque sin embargo de sus caprichos pasajeros el fondo eterno de sus aspiraciones es constantemente lo verdadero, lo bello y lo bueno.

 

Bibliografía: Fernández Saldaña, José. Fichas para un diccionario uruguayo de biografías. Montevideo. Talleres Gráficos "33". 1945. T. 1. / Patiño, Héctor. Ateneo de Montevideo. Una historia que comienza el 5 de setiembre de 1868. Montevideo. Folleto explicativo. 1997. / Conmemoración del 70 Aniversario del "Club Universitario" (1868-5 de setiembre-1938). Montevideo. Tipográfica Atlántida. 1938. P. 35. / El Libro del Centenario Uruguayo. Montevideo. Ministerio de Instrucción Pública. 25 de agosto de 1925.

 
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