Periodista, escritor y político uruguayo, formado en España.
Al regresar al Uruguay se alistó en las filas conservadoras del partido
colorado, tomando parte activa en la revolución de 1855. Tras los
episodios de Quinteros (1858) emigró a Buenos Aires, para volver poco
después bajo el gobierno de Pereira, quien lo condenó a servir de
soldado en el departamento de Minas (1859). Cuando Flores llega al poder,
Tavolara regresa de Buenos Aires y al poco tiempo es electo diputado por
Canelones, y años más tarde por Florida (1888-91). A partir del 98
Tavolara se retira de la vida política activa.
Fue redactor de "El Sol Oriental" y "El Pueblo"
durante el gobierno de Gabriel Pereira, y redactor jefe de "La
Tribuna" (1866-7), "El Demócrata" (1872) y "La Política".
Retirado del periodismo, vuelve a la prensa como redactor de "El
Heraldo", diario fundado por Julio Herrera y Obes, a quien conociera
desde el tiempo del Club Universitario. Y "El Panorama" un
interesante semanario con colaboradores de importancia. En el 73 publica,
como director de la Biblioteca Nacional, un opúsculo sobre La creación
de una nueva Biblioteca Nacional de Montevideo.
Desde el año 65 la Universidad había entrado en una nueva etapa una
vez normalizada su situación jurídica. Se renueva parcialmente el cuadro
docente, dando oportunidad a que ingresen varias personalidades que estarán
vinculadas al Club Universitario creado en 1868. Entrada en una etapa de
organización, nuestra Alta Casa de Estudios, se irá perfilando como la
escuela del liberalismo a la vez que satisface el interés especial que
había por la enseñanza de las ciencias. El Club se organiza como una
especie de universidad paralela, que tiene su origen en nuestra Alta Casa
de Estudios. A medida que crecían las exigencias, se encadenaba el espíritu
de análisis y se perdía la calidad de la enseñanza, tanto más crecía
en los jóvenes la necesidad de crear una "sociedad científica y
literaria". Que sirviera al libre perfeccionamiento del conocimiento.
Tavolara compartía esta inquietud y hace todo lo que le es posible para
el desarrollo de la idea rectora de la institución que se creaba en 1868:
"El círculo de la Universidad que entonces parecía
dilatado, fue haciéndose tanto más estrecho cuanto mayores eran las
exigencias de los espíritus. Limitados a un texto, obligados muchas veces
a sostener las ideas de una escuela o a sacrificar su voluntad, sus tareas
de las aulas se hacían penosas porque no se prestaban a satisfacer las
ambiciones del espíritu. El estudio reglamentado, las doctrinas impuestas
no permitiendo ninguna originalidad, declarábanse los tiranos de las
inteligencias científicas, y a las ventajas de la literatura en la
expresión de la sociedad.
A qué peligros no se exponían esas inteligencias aspirantes si
continuaban sintiendo como un yugo los años escolares. Fácil es
comprender que el disgusto cundiera entre todos, la desaplicación acerca
de los conocimientos más necesarios se apoderaría de la Facultad, y los
cursos universitarios llenados superficialmente solo servirían de forma
para llegar después de un tiempo perdido a alcanzar un mal título que
autorizase una profesión para hacer fortuna, revistiendo así falsos
sacerdotes que indudablemente, conducirían a la ciencia a las negras
profundidades del abismo.
Pero la inteligencia que jamás ha abdicado formalmente sus
derechos, no podía caer en descrédito y abandono de los cuantiosos
tesoros, que encierran sus pensamientos; y si los estudiantes no vieron en
el primer momento las fatales consecuencias que debían seguir al
decaimiento que se iba apoderando día a día de los jóvenes, únicas
esperanzas de regeneración, lo presintieron a lo menos. Atraídos todos
como por un imán, pronto se les contempló alrededor de un idea
salvadora: "la fundación de una sociedad científica y
literaria", que sirviendo de escuela al libre perfeccionamiento de
los conocimientos adquiridos en las aulas universitarias, asegurara el
progreso reclamado por las inteligencias, ofreciendo a cada uno de sus
miembros la indicación de sus propios medios, o la confirmación de sus
aptitudes.
Esta acción y movimiento tiene por origen la Universidad de la
República, con aventajadas inteligencias que procuran, ayudadas siempre
con las luces de sus eruditos catedráticos y la tan marcada dirección de
sus miras, caracteriza felizmente al "Club Universitario", que
reposado en la unidad de tendencias de sus asociados, está en camino de
ser el cuerpo sabio destinado a contestar, más o menos temprano, a las
cuestiones vitales del orden social y realizar las reformas tan reclamadas
en la organización política, que es la base de la dicha de las
naciones".
Bibliografía: Ateneo de Montevideo. Conmemoración
del 70° Aniversario del "Club Universitario". Montevideo.
Tipográfica Atlántida. 1938. / Scarone, Arturo. Uruguayos contemporáneos.
Montevideo. Renacimiento. 1918. / Club Universitario. Reglamento.
Montevideo. Imprenta de El Siglo. 1870. / Copetti, Mario. Nuestros
ingenieros. Montevideo. Asociación de Ingenieros del Uruguay. 1949.
P. 16-18. / Crítica literaria e histórica ver "El Iniciador".
Montevideo. 1838. / Anales del Ateneo del Uruguay. Montevideo. Imp.
El Siglo Ilustrado. 1885. Nº 48. / Patiño, Héctor. Ateneo de
Montevideo. Una historia que comienza el 5 de setiembre de 1868.
Montevideo. 1997. / Libro del Centenario Uruguayo. Montevideo.
Ministerio de Instrucción Pública. 25 de agosto de 1925. /Muestra de
literatura uruguaya. Montevideo. Ministerio de Educación y Cultura.
1996. /Scarone, Arturo Uruguayos contemporáneos. Montevideo.
Renacimiento. 1918. / Zum Felde, Alberto. Proceso intelectual del
Uruguay. Montevideo. Nuevo Mundo. 1967. |