Doctor en Derecho uruguayo y socio-fundador del Club
Universitario (1868). Se gradúa en la Facultad de Derecho y Ciencias
Sociales de Montevideo en 1873. Es también el primer Juez Letrado en ser
nombrado en Montevideo, donde ejerce el cargo por dos años consecutivos
(1876-8). Desde entonces, y hasta el año 80, se desempeña como Juez de
Comercio. Interesado por el fomento y desarrollo de nuestro agro,
Artagaveytia dedica buena parte de su vida a este propósito, llegando
incluso a la Presidencia de la Comisión de Revisión del Código Rural,
que tuvo por resultado su modernización.
Adolfo Artagaveytia integra la primer nómina de socios del "Club
Universitario" (setiembre de 1868), en la que se encuentran jóvenes
que llegarían a ser destacadas figuras de la vida cultural y política
del Uruguay, como Eduardo Acevedo Díaz, Luis Melián Lafinur o Duvimioso
Terra. El Club se crea como una institución sin fines de lucro, con el
propósito de fomentar los estudios universitarios y el desarrollo de la
educación entre los estudiantes de la Universidad de la República.
"El propósito de formar jóvenes ilustrados, capaces mañana de
dirigir los negocios públicos" impulsa el afán de aquellos
estudiantes que tienen confianza en el futuro y ven en la cultura la
salida de la "barbarie" e inestabilidad en la que vive el país.
Esta misma inestabilidad afecta profundamente a la Universidad, a sus
docentes y a sus programas de estudio. Por esto en la segunda Memoria de
la Comisión Directiva del Club (documento esencial para reconstruir la
historia de la institución) se hace notar que en un momento particular:
"El círculo de la Universidad que entonces parecía
dilatado, fue haciéndose tanto más estrecho cuanto mayores eran las
exigencias de los espíritus. Limitados a un texto, obligados muchas veces
a sostener las ideas de una escuela o a sacrificar su voluntad, sus tareas
de las aulas se hacían penosas porque no se prestaban a satisfacer las
ambiciones del espíritu. El estudio reglamentado, las doctrinas impuestas
no permitiendo ninguna originalidad, declarábanse los tiranos de las
inteligencias científicas, y a las ventajas de la literatura en la
expresión de la sociedad
(...).Pero la inteligencia que jamás ha abdicado formalmente sus
derechos, no podía caer en descrédito y abandono de los cuantiosos
tesoros, que encierran sus pensamientos; y si los estudiantes no vieron en
el primer momento las fatales consecuencias que debían seguir al
decaimiento que se iba apoderando día a día de los jóvenes, únicas
esperanzas de regeneración, lo presintieron a lo menos. Atraídos todos
como por un imán, pronto se les contempló alrededor de un idea
salvadora: "la fundación de una sociedad científica y
literaria", que sirviendo de escuela al libre perfeccionamiento de
los conocimientos adquiridos en las aulas universitarias, asegurara el
progreso reclamado por las inteligencias, ofreciendo a cada uno de sus
miembros la indicación de sus propios medios, o la confirmación de sus
aptitudes.
Esta acción y movimiento tiene por origen la Universidad de la
República, con aventajadas inteligencias que procuran, ayudadas siempre
con las luces de sus eruditos catedráticos y la tan marcada dirección de
sus miras, caracteriza felizmente al "Club Universitario", que
reposado en la unidad de tendencias de sus asociados, está en camino de
ser el cuerpo sabio destinado a contestar, más o menos temprano, a las
cuestiones vitales del orden social y realizar las reformas tan reclamadas
en la organización política, que es la base de la dicha de las
naciones".
Los estudiantes de la Universidad se sentían aprisionados en el
estrecho marco de ideas que debían aprender y repetir, sin analizar. No
les era posible dar vuelo a su espíritu y expresar sus propios pareceres.
Un solo texto de estudio por asignatura, una escuela de pensamiento y
doctrinas impuestas encadenaban la creatividad que hubieran deseado. Por
esto surge en ellos la idea de crear una sociedad científica y literaria,
que sirviera a libre perfeccionamiento (es importante remarcarlo)
de los conocimientos. El Club Universitario es una respuesta a la situación
universitaria que muchos catedráticos aplauden con gusto. Como jóvenes
se sienten luchadores contra una tiranía peor que la política, la
intelectual que anulaba el progreso social. En definitiva, el progreso de
la inteligencia individual es el objetivo que se propone alcanzar la
Sociedad de estudiantes que se prepara para cambiar su futuro.
BIBLIOGRAFÍA. Club Universitario. Colección
de documentos inéditos. T. 2, 1870-71. / Ateneo de Montevideo. Conmemoración
del 70° aniversario del "Club Universitario". Montevideo.
Tipográfica Atlántida. 1938. / Memoria de la Comisión Directiva del
Club Universitario. Montevideo. Manuscritos inéditos. 1868-69. El
libro del Centenario Uruguayo. Montevideo. Ministerio de Instrucción
Pública. 25 de agosto de 1925. / Scarone, Arturo. Efemérides
uruguayas. Montevideo. Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay.
1946. T. 1. / Profesores del Ministerio de Educación y Cultura. Muestra
de Literatura Uruguaya. Montevideo. Ministerio de Educación y Cultura
del Uruguay. 1996./ Zum Felde, A. Proceso intelectual del Uruguay.
Montevideo. Nuevo Mundo. 1967 |